Era mi segundo duatlón. El domingo tocaba madrugar. Suena el despertador a las 7:30, y después de un buen desayuno me voy dirección Pontevedra en un día en el que la lluvia parecía que iba a dar una tregua. Llegando a Pontevedra empiezo a ver bicicletas colgadas en los portones de los coches, me pongo al rebufo de uno de ellos y llegamos al campo de futbol de A Samieira donde ya estaba todo preparado a las 9.30. El tiempo en la ría de Pontevedra inmejorable para mi gusto. No va a llover.
Allí estaba Modesto, que hoy no participaba, con el "uniforme de juez" en su día de prácticas. Elpidio había madrugado, más aún, para dar una vuelta de reconocimiento a ambos circuitos. También estaban listos Jose Manuel Ramos y Luismi Borrajo.
A las 10:45 comenzamos la carrera a pie. Dos vueltas a un circuito de 2,5 km exigente que una vez abandona el asfalto se convirtió en una tortura rompepiernas, casi siempre picando hacia arriba, para terminar en una bajada pronunciada hacia la zona de transición por un camino de grandes piedras y muy húmedo. El cansancio acumulado por el esfuerzo de la subida hace que la bajada sea peligrosa y sobre todo incómoda por las piedras.
Ahora llegaba la parte que más me gusta, la bicicleta de montaña. Elpidio que había dado una vuelta a primera hora nos había dicho que la bajada era y estaba muy peligrosa. Comenzaba el circuito de montaña, de 6 km, con una subida continua y tendida por pistas forestales durante unos 3 km. Una rampa dura a mitad de la subida, también con mucha piedra, obligaba a un esfuerzo extra encima de la bicicleta. Una vez arriba comenzaba un ligero descenso por las mismas pistas hasta llegar a la zona más técnica y peligrosa, pero muy divertida para los que nos gusta disfrutar bajando con la bicicleta de montaña. Una primera zona de rapidísimos senderos entre eucaliptos conectaba con la más técnica. La cantidad de espectadores allí presentes no era un buen presagio. Un descenso rápido por caminos inventados sobre zonas pedregosas hacía que más de uno se lo pensase dos veces antes de "tirarse". Zona divertida, muy divertida. Una vez terminada esta bajada y un par vueltas más al circuito llega el esfuerzo final.
Una última vuelta al circuito de carrera a pie donde las piernas ya no me respondían me llevaron a la ducha. La botella de refresco y un par de bollitos me hicieron echar de menos el chocolate, el bocadillo y los melindres de Beariz.
Impresiones y resumen: el circuito de carrera a pie exigente, bien señalizado, aunque para principiantes como yo alguna flecha en suelo no estaría de más. El circuito de bicicleta para mi gusto perfecto en todos los sentidos. Por cierto, casi me animo a dar una cuarta vuelta. Otra cosa más de principiante. La organización correcta, aunque eso de dejar un depósito de 5 lereles por unos dorsales cada uno de su padre y su madre no queda muy bien. Desconozco lo que cuesta, pero unos dorsales para el evento estilo Beariz sería un buen premio y recuerdo para los que vamos simplemente a participar. El avituallamiento final dejémoslo en correcto. No todo va a ser como Beariz claro.
Hasta el día 21 en Vigo.
10 febrero 2010
Crónica Duatlón Cross de Samieira
Por José Manuel Vázquez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Ali nos veremos ,si quieres vamos juntos.
Publicar un comentario